Sumario: 1. Por qué vamos ala Plaza de Mayo este viernes a las 18:00. 2. Tortura seguida de muerte, noticia vieja. 3. Ni particular ni extraño: Normalidad policial. 4. Patotas y patovas K en Filosofía y en el JVG.
POR QUÉ VAMOS A LA PLAZA DE MAYO ESTE VIERNES A LAS 18:00
Cada año, desde 1996, CORREPI convoca a la Plaza de Mayo para presentar la actualización del Archivo de Casos de personas asesinadas por el aparato represivo estatal. El trabajo de recopilación de datos para el Archivo es una tarea permanente y silenciosa. Día tras día, los compañeros de CORREPI, después de su jornada de trabajo; después de las actividades de cualquier militante (actos, estudio, reuniones, marchas); después de cumplir las tareas específicas a su cargo en la organización, buscan información sobre cualquier situación represiva que haya cobrado una vida en algún lugar del país.
Los datos circulan, se chequean, se sistematizan y se van volcando en una base de datos que nos permite tener un panorama siempre actualizado del avance represivo en el país, sea que se trate de la represión preventiva, con el gatillo fácil, la tortura, las desapariciones de jóvenes en los barrios, o de la represión selectiva, la que elige su blanco entre las organizaciones y militantes populares.
Luego, ya cerca de la fecha de la presentación anual, viene la etapa de análisis de los datos, para extraer conclusiones que sirvan para caracterizar mejor la etapa represiva. Las tablas, los gráficos, los índices, no los elaboramos por desafío intelectual ni para darle lustre académico a nuestra organización. Nos proponemos, apenas, ofrecer al conjunto del activismo una herramienta útil a la hora de hacer diagnósticos y pronósticos. Buscamos hacer visible lo invisibilizado, y poner en contexto lo desarticulado. Buscamos explicar, a partir de la crudeza de los números, nuestras conclusiones y posiciones.
Por eso, a la hora de presentar el trabajo terminado (pese a que el mismo día de la presentación ya estamos archivando nuevos datos para el año siguiente) no invitamos a una coqueta reunión en un salón alfombrado con butacas de terciopelo. Convocamos a un acto militante en el centro político del país, la Plaza de Mayo.
Van ya 15 años de realizar esta tarea. A veces, hemos estado en la Plaza de Mayo apenas con nuestra propia fuerza, solos, un puñado de conscientes familiares de víctimas de la represión y un puñado de tozudos militantes antirrepresivos. Otras veces, nos han acompañado multitudes, como el 26 de noviembre de 2002, cuando marchamos desde la estación Avellaneda a 6 meses de la masacre del Puente Pueyrredón, que coincidió con la fecha de la presentación del Archivo, y, después de 8 horas bajo el sol, porque nos resistimos a que nos cachearan uno a uno, llegamos a la Plaza de Mayo y cumplimos con la lectura del documento que daba cuenta de los muertos por el gatillo fácil, por la tortura, de los desaparecidos, de los asesinados en movilizaciones ese año.
Denunciamos, por turno, los asesinatos cometidos por los gobiernos de Menem, de la alianza UCR-Frepaso, del interregno 2001/2002, de Duhalde, de Kirchner. Junto a los familiares de los asesinados por el gatillo fácil y la tortura en cárceles y comisarías de cada año, estuvieron presentes en el acto de CORREPI Víctor Choque; Teresa Rodríguez; los muertos del Puente de Corrientes, Ojeda y Escobar; Aníbal Verón; Maxi y Darío; los asesinados del 19 y 20 de diciembre -¡nuestro Petete!-; Cuéllar, Fuentealba, Erazo… Todos los caídos en la lucha popular.
Este año 2010, además de los 220 pibes asesinados en estos 12 meses por las balas policiales en los barrios o torturados hasta morir en cárceles, comisarías e institutos de menores, ahí estará Facundo Vargas, que en enero de este año salió a la calle a repudiar el gatillo fácil que mató a un hombre de 60 años, en Pacheco. Estarán Sergio Cárdenas y Nicolás Carrasco, caídos cuando marchaban contra el gatillo fácil en Bariloche. Y estará, sin duda, Mariano Ferreyra, el militante asesinado por la patota de la burocracia sindical, aliada y socia de los empresarios y el gobierno.
Van a estar, todos ellos, con nosotros, para denunciar la represión cotidiana en los barrios, y la represión contra la militancia. Para defender a los presos políticos y exigir su libertad. Para reclamar el cierre de las causas contra los que se organizan para luchar. Para señalar a los que matan, pero también a los que mandan matar, y a los que garantizan la impunidad de los que matan.
Ahí vamos a estar, como cada año, desde que el ministro Corach dijo nombres, quiero nombres y CORREPI le respondió con el primer Archivo, en 1996. Aquel Archivo tenía 262 nombres. Hoy tiene 3.093. Y hoy, ya mataron otro pibe más.
Vos, ¿vas a estar?
Te esperamos. Viernes 19 de noviembre, 18:00, Plaza de Mayo.
TORTURA SEGUIDA DE MUERTE, NOTICIA VIEJA
Cuando el 16 de agosto, un día después del asesinato de Fabián Gorosito, sus padres denunciaron a toda la comisaría de Mariano Acosta como autores y responsables de la tortura seguida de muerte de su hijo, los medios ignoraron la noticia.
Pero no fueron los únicos. Hizo lo mismo la justicia. Con la fiscalía a la cabeza, dejó pasar tres meses indispensables a la hora de recoger evidencias en la sede policial donde habita la tortura.
Ahora que el cadáver de Fabián “contó” que no estaba ni drogado, ni alcoholizado, que no tenía restos de barro en los pulmones y que, por lo tanto, la versión de su presunta caída y posterior ahogamiento en el zanjón dónde lo tiraron, era una coartada de policía, más de uno se rasga las vestiduras con la “primicia”.
Pero la noticia es amarilla, con zócalos televisivos que hicieron hincapié en la infidelidad de la cónyuge de uno de los policías asesinos (con quien -se presume- la víctima mantenía una relación) negándose a entrar en el meollo de un crimen cuya modalidad no es novedosa ni sorprendente, y donde los motivos circunstanciales no son más que eso, circunstancias que sirven para ocultar la raíz profunda y estructural de la violencia que el estado -en su función disciplinadora- ejerce sobre los pibes pobres.
Fabián era un trabajador de la carne. Vivía con su familia, de extracción rural, en una de las barriadas emblemáticas del suburbio bonaerense, el partido de Merlo, cuya intendencia ostenta el kirchnerista Raúl Othaceé, asiduamente denunciado por hechos de extrema violencia cometidos por sus patotas y la policía.
La recurrencia al terror, la utilización de mecanismos represivos “legales” y de los otros como herramientas de estado, es una constante de la práctica neofascista, que sirve tanto para posicionarse políticamente como para resolver corporativamente las ofensas a la virilidad uniformada. Ni exceso, ni locos sueltos, sino facultades institucionales no escritas con tinta en el frío papel de los reglamentos policiales, aunque sí en las calles y con la sangre caliente de nuestros pibes.
Por añadidura, el crimen de Fabián es un crimen del estado, cometido por sus agentes, con instrumentos del estado, en ámbitos estatales y alentados por la impunidad que ese mismo estado confiere en tantísimos casos que suelen acallarse en mérito a la complicidad que los mismos medios de comunicación a su servicio les prestan.
Tortura seguida de muerte, noticia vieja, como los cuernos del vigilante.
NI “PARTICULAR” NI “EXTRAÑO”: NORMALIDAD POLICIAL
Los medios reflejaron la noticia por lo peculiar de los sucesos. Una pareja, integrada por policías, volvía, en la madrugada del domingo 7, a su casa del barrio El Frutillar de Bariloche, luego de una noche de diversión. Empezaron a discutir. Los vecinos escucharon primero los gritos, y luego los balazos.
Martín Hernández Ruiz y Andrea Galindo, ambos policías, decidieron resolver su discusión de pareja de la única manera en que saben hacerlo: a los tiros. Se dispararon mutuamente. El hombre recibió una herida de bala en el cuello y la mujer sufrió una fractura de peroné, producto de un balazo en la pierna.
La mayoría de los medios de comunicación, decíamos, pusieron el acento en lo particular y extraño de los hechos. Sin embargo, semana tras semana, en nuestros boletines informativos abundan los ejemplos de policías que disparan contra su propia familia para resolver conflictos personales. Si bien se mira, con dos policías involucrados en una misma discusión, lo raro hubiera sido que la hubiesen dirimido de otra forma.
Se trata de la manera en que están entrenados los policías para llevar adelante sus funciones. Los perros guardianes no saben hacer otra cosa que morder. Esa violencia directa de las fuerzas represivas es la que nos mata un pibe pobre por día.
PATOTAS Y PATOVAS K EN FILOSOFIA Y EN EL JVG
Durante la primera semana de noviembre, se realizaron elecciones del Centro de Estudiantes en el profesorado de historia Joaquín V. González. Una de las listas que se presentó a la elección fue la de Nuevo Encuentro, que no sólo no habían participado jamás del Centro, de ninguna actividad o medida de lucha de los estudiantes, sino que además aparecieron oportunamente con sus grandes aparatos propagandísticos dos semanas antes de las elecciones para presentar su lista. Responden al kirchnerista Martín Sabatella, uno de los popes del progresismo.
La noche del recuento de los votos, este grupo demostró cuál será su intervención en el Joaquín V. González. Junto a los pocos estudiantes que pertenecen a esa agrupación, se hizo presente una patota de matones que se paseó impunemente por el profesorado, amedrentando a los estudiantes y militantes que esperaban el resultado de los comicios.
Por otra partex la gestión kirchnerista de la facultad de Filosofía y Letras, ha contratado a unos patovicas como seguridad. En las semanas pasadas, estos cipayos del poder de turno han apretado a estudiantes, les han prohibido violentamente realizar actividades culturales en el patio de la facultad y hasta los han amenazado con armas.
Esta metodología, que a lo largo de la historia el peronismo ha utilizado para perseguir y reprimir a los luchadores, es la misma que utiliza la burguesía en todas partes del país, tanto en las facultades como en los sindicatos.
Ante esta situación, y la profundización de la represión, no queda otra alternativa que organizarse para enfrentar a estas patotas. Por eso, en algunas facultades, se están organizando Comisiones Antirrepresivas. Contra la represión, el único camino sigue siendo la organización y la lucha.