La violencia de la madrugada del miércoles nos remite al 17-12-99 en Corrientes. Los puntos de contacto son múltiples: el motivo social de la protesta reprimida, las balas que salieron de las fuerzas de seguridad y no se puede saber quién las disparó, el calibre no oficial de los proyectiles disparados, las absurdas excusas implementadas por el gobierno después de horas de ;silencio de radio;, el recurrente “protagonismo; de infiltrados (ahora Federico Storani mencionó panfletos de “montoneros”). Pero el vínculo esencial con Corrientes es que nadie se hace cargo, nadie asume la responsabilidad política de la represión.
La autonomía de mando (en Corrientes por parte de un viejo genocida de la Gendarmeria) de un grupo descontrolado de las autoridades policiales y políticas se ha repetido, como la posible actuación en el hecho reciente de un sector de la “interna policial” contra el Comisario Santos. Este recurso del “yo no fui” del Ministro del Interior intentó ser cubierto previamente por la afirmación policial que la represión había sido autorizada por un simple fiscal contravencional. Todos estos pretextos similares y lucubraciones apuradas, tanto en el Congreso como en Corrientes, intentan ocultar la responsabilidad política del gobierno en la represión de ambos acontecimientos de lucha popular. Nuestra pregunta es ¿quién se hace cargo de esta represión? O es el Ministro o por lo contrario la gravedad actual y futura de tal falta de control político de las fuerzas represivas, plantea la necesidad inmediata de la renuncia del Ministro del Interior por su ineficacia e imposibilidad para controlar las fuerzas a su cargo.
Pero no creemos que a Federico Storani lo vivan pasando. Nunca creímos en los errores y excesos de la policía cuando asesina chicos y reprime a los que luchan por sus necesidades, pero tampoco en el lavado de responsabilidades de las autoridades políticas.
Tanto el control social como la represión son la conclusión obvia de las ataduras a las políticas imperialistas de ajuste eterno que arrastran hasta quien hasta ayer intentaba caminar con el traje de progresista, para robar votos.