Boletín informativo nº 713

CORREPI

El asesino de Checho Casal, prófugo por orden judicial
¡Si lo ve, NO avise a la policía!

Construyeron impunidad.

En la noche del 3 de junio de 2010, en Moreno, Néstor Adrián González, sargento de la Policía Federal Argentina, terminó con la vida de Sergio “Checho” Casal, un pibe de 16 años vecino del Barrio Cuatro Vientos.

Fue un clásico del gatillo fácil: dos tiros de la reglamentaria del policía impactaron en la nuca del pibito que, asustado, intentaba escapar del represor.

González estuvo detenido apenas veinte días, ya que fue “premiado” con una excarcelación extraordinaria, un privilegio al que rara vez acceden los presos comunes, y, en cambio, siempre disfrutan los protegidos por la institucionalidad. González llegó y se fue del juicio oral en absoluta e ilimitada libertad.

Después de una ardua lucha del colectivo de familiares, militantes y de la propia familia Casal, todos organizados en CORREPI, a fines de marzo pasado llegamos al debate ante el Tribunal Oral 4 de Mercedes. El policía federal fue condenado a 15 años de prisión por el homicidio.

Días antes, cuando los alegatos, CORREPI adhirió al pedido de la fiscal para que se detuviera a González, previendo que, ante la alta pena en expectativa que sobrevolaba el juicio, era muy posible que se profugara. El tribunal volvió a premiarlo, negando su detención, así como cualquier otra medida tendiente a garantizar su presencia el día de la sentencia.

Lo cierto es que el día de la sentencia el sargento González no apareció.

La lectura de la condena fue presenciada por sus abogados, quienes argumentaron que se encontraba internado en una clínica de la zona de Morón y que ahí se entregaría.

De las constancias del expediente, surge que ese mismo día salió la orden de captura y se repartió por todas las dependencias que debían registrarla. Aunque de esa misma lectura, no surge ninguna evidencia de que hayan comisionado a alguien para ir a buscarlo. Todo ello con el agravante de que, en aquella oportunidad, tanto la secretaria del tribunal como su custodio, dijeron al padre de Checho que ya habían procedido a detener al policía condenado.

Esta circunstancia se repitió tres días después, cuando CORREPI retiró la copia de la sentencia y nos fue informado que -según constancias informáticas del propio tribunal- se había dispuesto el alojamiento en un penal del servicio penitenciario bonaerense.

Pero el sargento González fue declarado rebelde hace apenas unos días, YA QUE NUNCA FUE DETENIDO (ni buscado).

Contra toda lógica jurídica, pese a la captura decretada, siguieron haciéndose trámites tendientes a garantizar al prófugo su posibilidad de apelar la grave condena. Todo el cuadro de situación, además, se dio con desconocimiento de la fiscalía, no casualmente la única de las partes que técnicamente, además del tribunal, puede impulsar medidas para detenerlo.

Impunidad. No otra cosa es lo que construyeron.

El TOC nº 4 de Mercedes y su responsabilidad

El manto de impunidad que abriga la mano de los asesinos de nuestros pibes encuentra en los tribunales su brazo invalorable.
Es inadmisible que se haya descartado la detención cuando se pidió en tiempo y formas oportunas. El TOC nº 4 de Mercedes no escuchó ni analizó las razones que se le dieron para hacerlo.

Es inadmisible que, después, no se haya mandado comisión alguna para detener al prófugo.

El TOC nº 4 de Mercedes no puede escudarse en que no es su función salir a buscarlo cuando cualquiera sabe que disponen de la fuerza pública. Claro, sólo la usan en contra de los pobres.

Es inadmisible que no se haya puesto la fuga en conocimiento de la fiscal, que es la titular de las acciones que hubieran podido conducir a su detención.

EL TOC nº 4 de Mercedes le envió la causa a la fiscalía sólo después que CORREPI pidiera explicaciones en su mesa de entradas.

Es inadmisible que se haya continuado el trámite con cuestiones superfluas cuando debió encaminarse todo hacia la aprehensión del asesino condenado.

El TOC nº 4 de Mercedes jugaba a la rayuela mientras el sargento González lo hacía a las escondidas.

Es inadmisible que le hayan mentido en la cara al padre del pibe asesinado.

EL TOC nº 4 de Mercedes expuso así su verdadera cara: con un discurso técnico emparentado con la mentira, pretendía desmovilizar y bajar la enorme disposición a luchar que demostraron los familiares de Checho y CORREPI, con las organizaciones hermanas que sumaron su convocatoria. El tiempo haría lo suyo perfectamente amparados por normas, leyes y decretos.

El sargento González, asesino preso, o no, en el mejor de los casos, les da lo mismo.

Descartamos impericia o torpeza en el tribunal, mucho menos indolencia.

Si hay algo que en esos niveles reina es la precisión a la hora de seleccionar los casos en los que cae sobre alguien “todo el peso de la ley”.

No nos sorprenden estas prácticas tribunalicias cuando de garantizar impunidad a los fieles servidores del sistema se trata.

Como a los perros guardianes, no les niegan un terrón de azúcar a sus verdugos, aunque se hayan “extralimitado” en morder más de lo necesario.

Frente a hechos tan claros como el narrado, contra los cuales no les queda otra que condenar, usan excusas, tramiterío y justificativos que permiten mantener privilegios en favor del agente represivo.

No es verdad que los jueces hablan por sus sentencias. Muchos suelen decir más con sus omisiones.

La sentencia en este caso habla de detener y enviar al penal a un policía federal. Lo concreto es que no se hizo nada por cumplirla.

El Tribunal Oral en lo Criminal nº 4 de Mercedes está integrado por los jueces Fabian Brahim, Miriam Rodriguez y Patricia Guerrieri.

Volvemos una vez más a destacar la importancia que asume la movilización en las narices mismas del excelentísimo garantizador de impunidad: la presencia, la exigencia, la solidaridad de clase, expresa la absoluta desconfianza en estos arietes que el estado reserva para sus guardianes.

Y será en la plaza de Mercedes y donde sea necesario, pero seguiremos hasta que el sargento de la PFA Néstor Adrián González quede definitivamente preso y paguen por esta nueva afrenta estatal los responsables de su actual fuga.

El sargento suele merodear Villa Tesei y anda de migas con comerciantes de Once…

Lo estamos buscando. Si lo ven, o saben algo, NO AVISEN A LA POLICÍA.

Berni tiene razón… y muy dura la cara.

El más ministro que secretario de Seguridad de la Nación, Coronel Berni, suele llenarse la boca diciendo que por el accionar de la justicia, los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra.

¿Deberíamos presumir que lo dijo por este caso?

El oportunismo que caracteriza al soldado del kirchnerismo probablemente le recomendará decir que sí, que también por este caso dice lo que dice. Pero convengamos que ni él lo cree.

Porque de estos casos hay a montones, todos los días y a lo largo y ancho del país. El caso del sargento González es uno más de ellos.
Pero no advertimos la más mínima preocupación en Berni, como sí la tiene frente a la confesa necesidad de reprimir los piquetes o cualquier forma que asuma la protesta social por el ajuste que su gobierno aplica.

Él quiere la rigurosidad de la ley penal para meter presos a los descuidistas, a los trapitos, a los ladrones de gallinas.

No le interesa y protege a los asesinos de su propia tropa, cuando hacen lo que hizo el sargento González. Sólo falta ahora que le nombren defensores institucionales.

Por eso, cuando el más ministro que secretario habla de “aplicación rigurosa de la ley”, lo hace en un único sentido, el que tiene al pobre como destinatario del reproche.

Como bien apuntó Ángel, el padre de Checho: “Si hubiera sido al revés, si el muerto era el policía, mi hijo se hubiera podrido en la cárcel desde el primer día”.

No se olvide: estamos buscando al sargento de la PFA Néstor Adrián González.
SI LO VE, NO AVISE A LA POLICÍA.
AVISE A CORREPI.