Escrache a las Comisarías 48° y 52°
El sábado 6 de marzo CORREPI, familiares de víctimas de la represión popular, organizaciones piqueteras y vecinos de Mataderos y Lugano escrachamos las dos comisarías de la zona, responsables de varios homicidios de gatillo fácil y con una larga historia de razzias, causas fraguadas y otros hechos violatorios a los DDHH.
A las 11 de la mañana del sábado 6 de marzo, poco a poco la placita frente a la estación de Villa Lugano se fue llenando de gente.
Vecinos del barrio, familiares de víctimas de la represión policial, compañeros de movimientos piqueteros de la zona (Movimiento Teresa Rodríguez, Movimiento Territorial Liberación, Movimiento Teresa Vive, Barrios de Pie), compañeros de la OSL, de CORREPI y hasta cuatro curas hinchas de Chicago con su virgencita en andas nos fuimos juntando para marchar hacia las dos comisarías emblemáticas del sur-sur de la ciudad: la 48ª y la 52ª.
Una colorida columna de casi 200 manifestantes encaró primero hacia la 48ª, probablemente la única comisaría rosada de la ciudad. Un importante cordón policial la protegía, con vallado y todo. Allí las consignas y las puteadas se dirigieron en especial al suboficial Justo José Luquet, asesino de Marcelo Báez, el pibe de 16 años que era el goleador zurdo del equipo del Club Dorrego. A pesar de que Luquet está procesado (y va a juicio oral este año) por su participación en una de las tantas “causas fraguadas” de la federal, sigue trabajando como jefe de calle de la 48ª, comisaría a la que llegó después de matar a Marcelo cuando revistaba enla 42ª.
Al rato ya estábamos frente a la 52ª, la comisaría que todo el mundo conoce como “la de Percha”, porque allí el jefe de calle es el sargento Solanes, conocido como “Percha”, asesino entre otros de los pibes Marcelo Acosta, Daniel Barboza, Lucas Roldán y Alejandro Gramajo. Confundidos por los cables de los noticieros, que sólo mencionaban la otra taquería, en esta no había vallado, así que en la vereda y paredes quedaron prolijamente estampadas las leyendas “Percha Asesino”, “Policía Asesina”, “Cárcel a los represores de ayer y de hoy”.
Durante todo el recorrido se notó la solidaridad de los vecinos, que aplaudían el paso de la columna, recibían y guardaban los volantes contando la historia de cada uno de los pibes muertos. Todos ellos sabían que el día anterior el barrio estuvo saturado de policías en el marco de un sorpresivo operativo de “seguridad”, en un claro intento de intimidarlos para que no bancaran la manifestación. No les salió bien la jugada.