Que la tristeza nunca sea unida a mi nombre.”
Por la alegría he ido al combate y por la alegría muero.
“He vivido por la alegría.
Julius Fucik
Brecht definió mejor que nadie a los imprescindibles, esos quienes luchan toda la vida. Lo que no dijo, ni se aprende en ninguna parte, es qué hacer cuando los imprescindibles se van.
Cuando eso pasa con un compañero, no hay tiempo ni relojes, no hay respuestas válidas, ni cosas que analizar. Sólo queda el compromiso de defender su memoria como una responsabilidad histórica. No permitir que se borre su presencia, levantar sus banderas, replicar sus sueños, continuar su lucha, multiplicar su ejemplo.
Enrique Mario Fukman, “Cachito” para todos, era uno de esos imprescindibles.
Empezó a militar desde temprana edad en la JP de Montoneros. Fue secuestrado en 1978 durante la última dictadura cívico militar y permaneció desaparecido en el centro clandestino de detención de la ESMA. Como muchos otros compañeros y compañeras, fue torturado durante meses y sometido a trabajo esclavo en lo que se denominaba la “pecera”. Fue liberado cerca de dos años después, en febrero de 1980. Desde ese momento, hasta su muerte, su resistencia y su lucha contra la impunidad y la represión de ayer y de hoy fueron de tiempo completo.
Fue testigo en el Juicio a las Juntas Militares, en la causa contra el capitán del grupo de tareas 3.3.2, Miguel Cavallo, y en la “megacausa” ESMA.
Fundó junto a Adriana Calvo la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), y, como su referente, fue impulsor y articulador del Encuentro Memoria Verdad y Justicia, espacio que compartimos hasta la actualidad.
Recientemente, fue uno de los principales promotores, junto a nosotros, de la Campaña Nacional Contra las Detenciones Arbitrarias.
Su rol como referente y militante por los Derechos Humanos tuvo dos ejes centrales: fomentar la creación de distintos espacios de unidad a lo largo y ancho del país, enseñándonos a anteponer los consensos y los puntos de acuerdo a las diferencias, con el equilibrio necesario para poder avanzar en una misma lucha con la mayor participación posible, y enfrentar las injusticias y la represión del presente con la misma fuerza que sostuvo el reclamo histórico de memoria, verdad y justicia.
Su vida fue y seguirá siendo un ejemplo enorme de lucha inclaudicable, para todas y todos nosotros.
Mañana velaremos sus restos para decirle adiós físicamente, a un compañero, a un amigo, un hermano, uno de los imprescindibles, y para gritar PRESENTE por él, AHORA Y SIEMPRE.
Porque la tristeza la transformamos en fuerza, compañero Cachito, nos seguiremos viendo en la lucha.
LAS CALLES SON NUESTRAS
HASTA LA VICTORIA SIEMPRE
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