RUCKAUF, DUHALDE Y LORENZO: NADA QUE ENVIDIAR A PATTI
El ex ministro de trabajo de Isabel Perón, actual vicepresidente y candidato a la gobernación bonaerense por el PJ Carlos Ruckauf acaba de decir con total claridad cuál es la “política de seguridad” que promueve su gobierno: “a los delincuentes hay que meterles bala (…) no hay que tener piedad (…) al policía que mata a un delincuente hay que condecorarlo, no procesarlo (…) al que delinque hay que darle por la cabeza, (…) la bala que mata a un ladrón es la bala de la sociedad”, entre otras lindezas por el estilo.
En el marco de la campaña electoral, y preocupado por el 11 % de intención de voto que exhibe orgulloso el torturador confeso Luis A. Patti, Ruckauf decidió redoblar la apuesta y decir la verdad: no hace falta Patti en el gobierno (ni Bussi, ni Rico) para que haya cada día más gatillo fácil.
CORREPI viene sosteniendo que Mano Dura y Tolerancia Cero no son “propuestas” sino actuales políticas en ejecución, como lo demuestran los aumentos impresionantes en la cantidad de personas indefensas abatidas por las fuerzas de seguridad en los últimos meses. La fascistización de la sociedad azuzada por el miedo a la delincuencia aumenta cada día, sin que quede candidato ni partido del sistema que no haga de estos planteos el eje de su campaña electoral. Basta ver a De La Rua rodeado de parapoliciales en su comercial de TV, o escuchar a Fernández Meijide, presentada como “madre coraje (?!)”, afirmando que “desafía a quienes creen que una mujer no puede garantizar seguridad”.
En algunos sectores de la izquierda electoral se devanan los sesos tratando de dar “una respuesta a la gente que reclama seguridad”, sin advertir -o sin decirlo, porque no trae votos- que no hay respuesta alguna dentro de este sistema, ni puede haberla si nos dejamos atrapar en el planteo mentiroso que nos hacen desde la administración del poder.
La Mano Dura que ejecuta cotidianamente el aparato de seguridad es absolutamente selectiva: mientras se fusila “sin piedad” como quiere Ruckauf a los pobres que cometen delitos contra la propiedad, nadie busca a la delincuencia organizada que necesariamente tiene vínculos con el poder político, el poder económico, o las fuerzas de seguridad. Es público y notorio que los asaltos tipo “comando” siempre cuentan con provisión de inteligencia o armas, creación de zonas liberadas o la participación directa de integrantes de las fuerzas de seguridad.
En sus posteriores “aclaraciones” Ruckauf agregó “…la policía tiene que entrar a todas las villas, tiene que tener decisión de COMBATE, pero también tenemos que darles las normas; no vaya a ser que entren a uno de esos lugares, maten a un delincuente, y después aparezca alguno de esos abogados de delincuentes a decir que el asesino es el policía…”
La coherencia entre esa frase y, por poner sólo un ejemplo, la defensa ideológica que el abogado defensor del policía Walter Alvarez, Dr. Patiño Mayer, hizo en el reciente juicio por el asesinato de Guillermo Gianinni (16) es total. En ese caso, el policía mató por la espalda a un adolescente desarmado e indefenso que había hurtado un juguete del interior de un auto estacionado. Para el policía Alvarez, para su defensor, para Ruckauf, Guillermo era “un delincuente al que hay que meter bala”, en cumplimiento del deber policial. Para nosotros (que no somos defensores de delincuentes, sino de los represaliados del sistema y de las víctimas de la represión), era un homicidio de los que gráficamente llamamos “gatillo fácil”.
Para Ruckauf, el único delincuente que existe en la sociedad argentina es el marginado, empujado a robar por carencia de otra posibilidad económico-social. A ese delincuente producto de la exclusión, Ruckauf quiere meterle bala. Pero al banquero prófugo Monetta, a la procesada por evasión fiscal y referente fashion Liz Fassi Lavalle, a los ex concejales porteños que contrataban personal inexistente para quedarse con sus salarios, a los contrabandistas de armas contra la paz en Croacia y Ecuador, a todos ellos y tantos otros, Ruckauf les desea un “juicio justo”.
A raíz de estas declaraciones, que contaron con el beneplácito de Duhalde, éste decidió renunciar a su ministro de seguridad y justicia León Arslanian. Arslanian sostiene haber implementado la reforma en la policía bonaerense. CORREPI sostuvo siempre que se trataba de una reforma cosmética y de corte gatopardista. No nos faltó la razón. Ahora Duhalde nombró a un nuevo ministro, Osvaldo Lorenzo, que es un viejo conocido de la CORREPI. Un típico exponente de lo que hemos calificado como juez de “sobreseimiento fácil”. Como dijo un fiscal al conocer su nombramiento, “un Patti ilustrado”.
Lorenzo tiene su historia conocida pero además aquella reservada, reservada a sus íntimos contactos con el peronismo de Morón y a sus patrocinios a la policía bonaerense. Fue abogado de la cana. Gracias a uno y a otro amparo se convirtió en titular del Juzgado Criminal Nº 4 de ese departamento judicial. Allí recayó una causa de gatillo fácil: Juan Antonio Vázquez, hecho ocurrido el 26/3/93 en el Mercado Central. Sus padres, Carlos y Gladys, que se habían nutrido de DD HH en las movilizaciones de la Comisión de Amigos y Vecinos de los pibes de la Masacre de Ingeniero Budge, consultaron a la CORREPI ante el homicidio de su hijo. Lorenzo rápidamente demostró para qué lado pateaba. Hasta se encolerizó porque los familiares de Vázquez marcharon a su juzgado a exigirle justicia. Su reacción fue sobreseer la causa (para Lorenzo no había habido delito) y además mandó procesar por falso testimonio a tres muchachos que acusaron al cabo Alberto Ramírez, el asesino de Juan Antonio.
La Cámara de Apelaciones de Morón revocó la medida lorenzista y el expediente pasó al juez Jorge Carreras, que procesó al policía imputado por homicidio culposo.
Pero Lorenzo no solo actuó a favor de la policía en el caso Vázquez. En la causa donde se debatió los tormentos seguidos de muerte en perjuicio del adolescente Sergio Durán, Lorenzó recomendó al torturador Of. Ppal. Fernández (hoy condenado a prisión perpetua) que contratara a su ex socio el Dr. Ricardo Malvicini como su abogado defensor.
Según los pasillos de Morón, Lorenzo vivía y convivía dentro de las comisarías de esa zona y hasta habría prestado su automóvil particular para “ir a procedimientos” donde seguramente “se metía bala” al decir de Ruckauf.
A la CORREPI no le sorprende que Lorenzo sea el nuevo jefe de seguridad. Tampoco nos sorprende que Duhalde haya revivido a “la mejor policía del mundo”, ni que el ex ministro de Isabel Perón, desesperado por su retroceso electoral diga cualquier cosa, aún aquellas en las que realmente cree. Como Duhalde y Lorenzo, cree exclusivamente en la represión.